Para mi papá: todo lo que no te he dicho / für meinen Vader

Es difícil escribirte, hablar contigo sin sentir que estoy hablando solo. 
Es verano, mi mamá se fue a vivir al sur de chile.

Ayer mientras caminaba a pleno sol por la calle Salvador me di cuenta que éste verano es distinto a todos los otros que he vivido. Me acuerdo que cuando empezaban las clases en el mes de marzo y me ibas a dejar en el auto, te quejabas porque siempre destinaban las reparaciones de la vía pública para el mismo tiempo en que la gente volvía al trabajo o a las clases en la universidad o el colegio y eso hacía que nos topáramos con mucho taco. Es primera vez que me doy cuenta de este cambio, las construcciones o reparaciones de la vía pública ahora empezaron antes. Quizás no es tan así y siempre han empezado por febrero pero se alargan hasta marzo/abril.

Me imaginé que por primera vez en seis años, podría hablarte. Tomar el teléfono y marcar tu número para llamarte y saber cómo te ha ido. Siento tristeza o nostalgia porque ya no soy más una niña, estoy seguro que con el amor que me tenías mi transición no significaría un problema para ti. Puedo imaginar lo que me dirías, porque sé que me conoces y sabes que mi autoestima está dañada. Tu admiración siempre fue motivo de vergüenza y también de risa. Era bochornoso pero chistoso cuando me expresabas tu admiración. Nunca me voy a olvidar de esa vez que estábamos todos en la mesa y empezaste a hablar de una mujer muy preciosa, con tanta certeza de tus palabras que nos cautivaste a todos con intriga. Pasaste tu celular y la foto corría en las manos de todas las personas que se reían con ternura, hasta que llegó a mí la foto de una chica con el pelo trenzado y teñido de rojo, no la reconocí porque hablaste de una forma tan especial de ella que creí que estabas refiriéndote a una actriz de Hollywood. Me causó una impresión tan profunda que no pude reconocer que esa niña que veía era yo.


El sentido del humor lo adopté de ti, no puedo negarlo. Aunque me entienda con mi mamá, tus bromas eran las más graciosas. Quizás la irreverencia venga de ese mismo sentido del humor, ese impulso por querer llevar la contra e incomodar a las personas